La aldea y el caudillo: La insólita historia de Bitcoin y El Salvador

Rastreando el viaje de Bitcoin en El Salvador, de nueva esperanza para una aldea a una reciente ley de un gobierno cada vez más autoritario

I. Tan rápido como un rayo

Estaba parado en una pequeña cafetería junto a una calle sin pavimentar, en un pueblo centroamericano sin semáforos situado al oeste, a una hora en automóvil de la ciudad principal más cercana, por carreteras llenas de curvas a través de la jungla.

Había ido hasta ahí a pie desde mi hotel, pasando por media docena de restaurantes con techos de calamina y lona, caminando con cuidado por un barranco empinado y fangoso que los lugareños usan como sendero para llegar desde la carretera principal a la playa. Estaba caluroso y húmedo en El Zonte, y el océano ahí cerca estaba agitado y teñido de marrón por el sedimento que se precipitaba al mar por las lluvias de verano.

No había supermercados en la ciudad y la mayoría de los residentes con los que me crucé en la calle no tenían cuentas bancarias. A pesar de la falta de infraestructura y de que era temporada baja, la ciudad estaba llena de actividad. La gente estaba emocionada y había un sentimiento de esperanza y oportunidad que no se había sentido antes. Algo especial estaba sucediendo.

La barista de la cafetería, Karla, acababa de hacer un capuchino perfecto y estaba preparando la cuenta en una tablet en el mostrador en frente de mí. La giró hacia mí y me mostró un código QR digital. Saqué mi iPhone, abrí mi billetera (wallet) Bitcoin, escaneé la imagen pixelada y presioné enviar. Menos de dos segundos después, la tableta de Karla parpadeó en verde. La transacción había sido completada.

Había pagado mi café instantáneamente, sin usar el sistema bancario. Compré la bebida, en efecto, con efectivo digital.

Como si hubiera pagado con un billete de 5 dólares, Karla no obtuvo ninguna información sobre mí en la transacción. No había terceros que “succionaran” mi identidad, no había programas de ingeniería social que aprendieran sobre mis preferencias, ni la capacidad para que las corporaciones o los gobiernos conocieran mi última compra o prevean la próxima. De hecho, mejor que con un billete de 5 dólares, no tuvimos que lidiar ni con el cambio.

No necesité decirle a ningún banco ni a ninguna institución financiera sobre mi viaje a El Salvador. No me preocupaba que mi tarjeta de crédito no funcionara. En El Zonte, se puede vislumbrar el potencial de un sistema financiero global peer-to-peer (P2P, entre pares). Me impresionó la cantidad de comerciantes que aceptan bitcoins (BTC), lo fácil que es pagar y lo familiarizada que está la mayoría de la gente con la tecnología.

Quería darle una propina a Karla, así que sacó su teléfono personal y mostró un QR de su propia wallet Bitcoin. Lo escaneé y le envié el equivalente a 10 dólares en BTC, que viajaron instantáneamente a su wallet a través de la “Lightning Network”, apropiadamente llamada “red relámpago” en inglés. Le dije que si guardaba estos 25.000 satoshis durante 10 años, probablemente podría comprarse un coche con ellos en 2031.

Karla solo llevaba usando Bitcoin hace unos meses, pero ya pareció entender que no estaba bromeando. Como la mayoría de los salvadoreños, incluso los que ya están dentro de la economía de Bitcoin, todavía no está segura de la nueva moneda y todavía recibe su salario en dólares. Pero ella me dijo que estaba ahorrando sus propinas en bitcoins y que, a fin de cuentas, valía la pena el riesgo.

Cinco días después de mi charla con Karla, entró en vigencia una nueva ley nacional en El Salvador, que convierte al Bitcoin en moneda de curso legal junto con el dólar estadounidense. Anunciada por primera vez el 5 de junio de 2021 por el presidente Nayib Bukele, la medida sorprendió al mundo y fue titular en los principales medios de comunicación.

Muchos entusiastas de Bitcoin habían predicho que algún día, los gobiernos comenzarían a adoptar Bitcoin. Pero la mayoría pensaba que el Estado convertiría el dinero fiduciario en BTC para mantenerlo como un activo de reserva de depósito de valor en el balance de cuentas del Banco Central. Prácticamente nadie previó que el primer gobierno en adoptar oficialmente Bitcoin lo usaría como una red de pago, como medio de pago.

Con bitcoin ahora como moneda de curso legal, los salvadoreños no tienen que pagar impuestos sobre plusvalías si su BTC aumenta de valor frente al dólar, y pueden usarlo para saldar deudas con el sistema bancario. Si la puesta en funcionamiento procede, según lo prometido por el Gobierno, pronto podrán usar el invento de Satoshi Nakamoto para comprar bienes o servicios en cualquier parte del país.

Sin embargo, en la mañana de la ejecución de la ley el 7 de septiembre, el aire se llenó de escepticismo. ¿Funcionará la aplicación móvil estatal “Chivo”? ¿Será Lightning parte del sistema? Nadie lo sabía, ya que la Administración, dirigida por el joven populista Bukele, había ocultado los detalles del lanzamiento a los ciudadanos.

Apenas unos días antes de que la ley entrara en vigor, yo era uno de los muchos que dudaban que fuera a salir bien. Definitivamente no pensé que la funcionalidad de la wallet Chivo (que se mantuvo como un misterio hasta el último segundo, incluso para gente involucrada en el proyecto) integraría Lightning. Así que en la mañana del día del lanzamiento, me sorprendió recibir un mensaje de un amigo salvadoreño, diciéndome que de alguna manera lo habían logrado.

Me dió su dirección Lightning y le envié 5 dólares en BTC. Los fondos se traspasaron de California a El Salvador instantáneamente, con tarifas tan pequeñas que mi wallet decía que eran $0.00. Momentos después, mi amigo usó la Chivo wallet para devolverme los 5 dólares, nuevamente, prácticamente sin cargos.

Comparemos ésto con la experiencia habitual de un salvadoreño que intenta recibir una remesa de EE. UU. A través de Western Union, donde es posible que tenga que subirse a un autobús, pasar una hora esperando en la fila, pasar por un proceso intensivo de KYC (Conozca a su cliente), solo para recibir 92 dólares de un pago de 100 debido a tarifas exorbitantes.

Las consecuencias humanitarias que las aplicaciones de Lightning podrían tener para los salvadoreños son enormes. El PIB de la nación depende en un 23% de las remesas y la población depende de estos flujos más de 2,5 veces más que el resto de Centroamérica. Los fondos se originan principalmente en los Estados Unidos, donde viven más de dos millones de salvadoreños y envían dinero regularmente a sus familias.

Más tarde esa mañana, el periodista de Bitcoin Magazine, Aaron van Wirdum, entró en un McDonald’s en San Salvador pensando que no estaría listo para aceptar bitcoins. Para su enorme sorpresa, cuando pidió pagar en bitcoin, el cajero le presentó un código QR que lo dirigía a una página web con una factura de Lightning. Lo pagó al instante, y, asombrado, se fue a disfrutar de un desayuno típico. El dinero mágico de Internet sobre el que van Wirdum había escrito durante casi una década ahora se podía utilizar como un medio de pago fácil y rápido no solo en McDonald’s, sino también en Starbucks, Pizza Hut y Wendy’s.

Van Wirdum realizó otra demostración unos días después, yendo a un cajero automático de Chivo para intentar retirar 20 dólares. Cuando apareció el código QR en la pantalla del cajero automático, tomó una foto y se la envió a un amigo en el extranjero, quien luego pagó la factura con su wallet Bitcoin, a miles de kilómetros de distancia. Sin ningún problema, la máquina escupió un fresco billete de 20 dólares. La única verificación de identidad con la que se encontró van Wirdum durante la transacción fue una simple verificación de texto, que pasó con un número de teléfono cuya tarjeta SIM había comprado en efectivo a un comerciante en El Salvador. La posibilidad de hacer ésto le habría hecho volar la cabeza a cualquier cypherpunk de mediados de la década de 1990.

El día del lanzamiento pasó un poco de todo. El Gobierno tuvo que desconectar Chivo temprano en la mañana para resolver problemas de última hora, y solo se lanzó en las app stores gradualmente a lo largo del día. Algunos usuarios reportaron problemas al registrarse y los analistas detectaron una variedad de problemas en el diseño. Abundaban las preocupaciones por los bugs, la vigilancia y la desconfianza.

El propio Bitcoin se desplomó un 17% intradía frente al dólar, lo que llevó a Bukele a bromear diciendo que estaba “buying the dip” (comprando la caída del precio) cuando anunció que el Estado había comprado 550 bitcoins con fondos públicos. La cantidad, aproximadamente 21 millones de dólares en el momento de la compra, posiblemente se hizo en relación a la política monetaria de “21 millones” de Bitcoin. Los medios globales se burlaron en gran medida de la compra, al igual que el resto de la implementación, que fue ridiculizada en todas partes: desde WIRED hasta The Wall Street Journal.

Pero al final del día, la aplicación Chivo funcionó. Algunos de los errores más evidentes se solucionaron, incluso con sentido del humor. Y el debate sobre la logística del lanzamiento oscureció el panorama general: un gobierno había comenzado oficialmente a conectar a su población a una red monetaria abierta, un evento extraordinario en la historia geopolítica. Así como Inglaterra una vez fue pionera en centralizar la banca y en el dinero del gobierno con billetes, aquí estaba El Salvador, marcando el comienzo de quizás una nueva era con una divisa digital descentralizada como moneda de curso legal. Bukele podría haber adoptado una Moneda Digital del Banco Central (CBDC, por sus siglas en inglés) o buscado una asociación con China, pero en su lugar eligió un software monetario gratuito y de código abierto.

Dos de los resultados más visibles de la implementación de la Ley de Bitcoin son la aplicación estatal Chivo, (que cualquier salvadoreño puede descargar, y a continuación usar su número de identificación nacional, para reclamar los 30 dólares en bitcoins regalados por el Gobierno), y los cajeros automáticos de Chivo, que aparentemente sumarán un número cercano a 200, salpicados por El Salvador y puntos dentro de EE. UU., con lugares físicos para que los ciudadanos conviertan los saldos de su app Chivo a dólares estadounidenses, de forma gratuita.

Tanto los partidarios como los detractores de Bitcoin se sorprendieron cuando la Administración de Bukele reveló que el lanzamiento comenzaría solo tres meses después de que se anunció por primera vez la ley. Políticamente, el partido Nuevas Ideas de Bukele tiene una supermayoría en el Parlamento y pudo aprobar la ley rápidamente a pesar de las protestas de la oposición. Pero tecnológicamente, ningún país había hecho esto antes.

Han surgido datos de que en julio y agosto, una serie de empresas que van desde Athena pasando por OpenNode y BitGo a IBEX Mercado ayudaron a la Administración de Bukele a crear, comercializar y activar las wallets Chivo, los cajeros automáticos Chivo y las relaciones con comerciantes de todo el país. El Gobierno afirma haber asignado aproximadamente 223 millones de dólares para financiar el lanzamiento de Bitcoin, todo tomado de fondos prestados por el Banco Centroamericano de Integración Económica.

Durante los últimos tres meses, la Administración de Bukele ha funcionado de manera opaca. Hasta el último segundo, nadie sabía qué empresas fueron contratadas para desarrollar las aplicaciones, los cajeros automáticos y el back end. Nadie sabe qué va a hacer el Gobierno con los bitcoins que compró. Nadie sabe exactamente cómo funcionará el fideicomiso de 150 millones de dólares, establecido para proporcionar liquidez a los ciudadanos que desean intercambiar sus bitcoins por dólares. En lugar de compartir estos detalles de manera tradicional, Bukele los filtra en vivo, en ocasiones, a través de su cuenta de Twitter, personificando el populismo digital.

Al mismo tiempo que entró en vigor el Proyecto de Ley de Bitcoin, el Gobierno de Bukele también anunció que purgaría a más de 100 jueces. La Corte Suprema (que Bukele había abarrotado con sus propios partidarios a principios de este año) también dictaminó que podría postularse para otro período presidencial en 2024, violando así la Constitución. La Fundación por los Derechos Humanos (Human Rights Foundation), donde estoy empleado, ha sido una de las muchas organizaciones internacionales que ha criticado enérgicamente las acciones antidemocráticas de Bukele.

La contradicción es sorprendente. Por un lado, hay un gobierno introduciendo a su pueblo una nueva moneda que no puede ser degradada, censurada o remotamente confiscada. Por otro lado, el mismo gobierno está siguiendo el plan que Hugo Chávez usó en la década de 2000 en Venezuela para consolidar el poder, solo que mucho más rápido.

La situación está llena de contradicciones. Un movimiento popular, pacífico y comunitario que comenzó en El Zonte inspiró una ley nacional, forzada y descendente. Un dinero que escapa al control del Gobierno fue impulsado por un gobierno que quiere controlar cada vez más a la sociedad salvadoreña. Un líder populista aprobó un proyecto de ley que no habría tenido ninguna posibilidad en un país como Estados Unidos, dónde el sistema financiero ejerce un grado muy alto de control sobre los políticos electos. Estas paradojas dificultan un análisis rápido. No es un panorama en blanco y negro.

En 10 años, ¿recordará el mundo la Ley de Bitcoin como un experimento fallido o como una decisión visionaria? Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, los debates sobre la adopción de Bitcoin continuarán entre promotores y detractores.

En perspectiva, parecería casi imposible que El Salvador, de todos los posibles, fuera el primer país en implementar una tecnología financiera de próxima generación como Bitcoin. Pero los libros de historia no se lo van a atribuir ni a Japón, ni a EE. UU., ni a Alemania, ni incluso a Brasil. En cambio, en unas décadas, los estudiantes sí que lo leerán sobre El Salvador (haciendo un guiño al significado literal de su nombre).

II. Un insólito lugar para una revolución financiera

Encajonado entre Guatemala y Honduras, El Salvador (el país más pequeño y densamente poblado de América Central, con un PIB per cápita promedio de alrededor de $ 3,500) sería, en principio, un epicentro muy poco probable para una revolución financiera.

Y, sin embargo, los baristas, los vendedores de pupusas y los instructores de surf en el poblado de El Zonte están más familiarizados con el concepto y uso de Bitcoin que la mayoría de los titanes en Wall Street y Silicon Valley, y tienen una comprensión mucho más profunda de lo que es que la mayoría de los banqueros centrales o CEOs del Fortune 500.

Cómo un país donde el ingreso mensual promedio es de menos de 300 dólares terminó superando a todas las potencias industriales del mundo, al ser el primero en adoptar Lightning Network como sistema de pagos nacional, parece material para una película de Hollywood. Pero como dicen, la realidad supera a la ficción.

Históricamente, El Salvador ha sufrido un destino similar al de muchas naciones del Sur, donde a pesar de la riqueza en recursos agrícolas, el país se ve obligado a importar alimentos. Las operaciones comerciales a gran escala han dominado a El Salvador durante el siglo pasado, aprovechando los mejores bolsillos agrarios para exportar a los consumidores globales, a expensas de los locales. La lucha por la propiedad de la tierra culminó en 1932 con La Matanza, la masacre más mortífera del país, donde el ejército mató a más de 30.000 campesinos.

La mayor parte de la concentración parcelaria giró históricamente en torno al café, conocido como el Grano de Oro. En la década de 1920, su cosecha constituía el 90% de las exportaciones del país. A fines de la década de 1970, el café representaba la mitad del PIB de El Salvador, lo que convirtió al país en el tercer productor mundial. El diez por ciento del territorio del país todavía está cubierto por plantaciones de café. La frase “República Bananera” es cruel, pero de alguna manera describe con precisión el destino de muchos salvadoreños, que a menudo funcionaban para servir a los intereses de corporaciones multinacionales y potencias extranjeras.

En 1979, estalló una brutal guerra civil, surgida de las décadas de conflicto debido al control extranjero de la tierra, que enfrentó a un régimen de derecha contra las guerrillas de izquierda. Los salvadoreños fueron víctimas del conflicto de poder de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Estados Unidos apoyó al Régimen salvadoreño con armas y dinero en efectivo para luchar contra los revolucionarios que prometieron reclamar tierras de las corporaciones extranjeras.

La narrativa oficial estadounidense era que estas guerrillas eran parte de un complot comunista respaldado por la Unión Soviética, Cuba y Alemania Oriental. Y durante muchos años, los soviéticos habían apoyado al FMLN de izquierda radical con armas y entrenamiento. Al final del Gobierno de Carter, Estados Unidos respondió respaldando la “mayor campaña de contrainsurgencia desde la Guerra de Vietnam”.

El régimen salvadoreño fue extremadamente brutal, y aún así obtuvo el apoyo constante de Estados Unidos en su guerra contra el terror marxista. En 1980, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero, que había utilizado su plataforma para criticar a la Junta (pidiéndoles que “detuvieran la represión“), fue asesinado mientras daba una misa privada. El asesino fue Roberto D’Aubuisson (también conocido como “Blowtorch (Soplete) Bob” por uno de sus métodos favoritos de tortura), que se había graduado de la Escuela de las Américas, un infame centro de entrenamiento militar en Fort Benning, Georgia. Después del asesinato, la violencia nacional hizo metástasis.

Estados Unidos terminó dando 5 mil millones de dólares al régimen salvadoreño durante la década de 1980 para mantener a raya al comunismo. El flujo de fondos fue congelado brevemente en 1980 por un cesante Jimmy Carter, después de que las fuerzas del Régimen violaran y asesinaran a tres monjas americanas y a un misionero estadounidense, pero se activaron nuevamente poco antes de que Ronald Reagan asumiera el cargo. Cuando se cuestionó públicamente la decisión de renovar el apoyo, la asesora política de Reagan, Jeanne Kirkpatrick, defendió la medida y dijo que las monjas “no eran sólo monjas … [ellas] también eran activistas políticas”.

A principios de la década de 1980, más dólares de ayuda estadounidense y apoyo militar fluyeron a El Salvador que a cualquier otro país, salvo Israel o Egipto. El personal de la embajada de Estados Unidos en San Salvador era del tamaño del de la de Nueva Delhi, a pesar de servir a un país que era 200 veces más pequeño. El Salvador era, a los ojos de Washington, una línea de defensa fundamental contra la influencia soviética.

La Guerra Civil de 12 años destruyó la infraestructura del país, retrocediendo décadas en manufactura, comercio, producción agrícola y estándares de vida. Para 1998, por ejemplo, el poder adquisitivo de los salvadoreños urbanos era solo un tercio de lo que era en 1980. Para una guerra que fue en parte un conflicto sobre la riqueza y la distribución de la tierra, la tragedia fue que la desigualdad y los salarios reales después de la guerra terminaron siendo peores que antes.

Más de 1 millón de personas fueron desplazadas y más de 75.000 murieron, a menudo de forma brutal como advertencia para el resto de la población. Según una Comisión de la Verdad de la ONU, alrededor del 85% de las víctimas fueron asesinadas por paramilitares y escuadrones de la muerte respaldados por Estados Unidos.

Los historiadores todavía están desenterrando los restos de las personas asesinadas por las fuerzas respaldadas por Estados Unidos a principios de la década de 1980, incluso en el lugar de un horrible incidente en El Mozote. En esta zona montañosa de pequeñas aldeas, en diciembre de 1981, más de 900 personas fueron masacradas por el Batallón Atlacatl, una unidad armada especial que había sido entrenada en suelo estadounidense. Doscientos cuarenta y ocho de los muertos eran niños menores de seis años. Es considerada la masacre más grande en la historia moderna de América Latina y una “parábola central” de la Guerra Fría.

Los relatos de primera mano de El Mozote son dolorosos de leer. La crueldad indescriptible de los soldados violentos se refleja vívidamente en un reportaje del New York Times, escrito por un periodista que visitó la zona unas semanas después de la atrocidad. Y sin embargo, unos meses después, Reagan certificó ante el Congreso de los Estados Unidos que “aunque persisten serios problemas, concluimos que el Gobierno de El Salvador está haciendo un esfuerzo concertado y significativo para cumplir con los derechos humanos reconocidos internacionalmente”.

Los defensores de la intervención de Estados Unidos durante la Guerra Civil de El Salvador justifican el derramamiento de sangre diciendo que si los estadounidenses no hubieran intervenido, el país habría seguido el camino de la Cuba comunista. Pero 75.000 vidas y 15 años de actividad económica perdida es un precio muy caro a pagar. Durante los últimos 25 años, El Salvador se ha estado sanando y recuperando, pero sigue sin un estado de derecho fuerte y todavía está marcado por una extraordinaria cantidad de violencia.

Más de 500.000 salvadoreños huyeron durante la década de los 80, lo que creó un fuerte flujo de migrantes a los EE. UU. Pero una vez terminada la Guerra Civil en 1992, el presidente Clinton dejó caducar las disposiciones especiales para los migrantes salvadoreños. Decenas de miles fueron enviados de regreso a casa con las manos vacías. Muchos de estos jóvenes formaron y se unieron a pandillas, por ejemplo, la MS-13, que fue fundada en Los Ángeles, pero fue empujada a El Salvador por decisión de Clinton.

Entre el 2000 y 2017, aproximadamente 2,5 millones de personas fueron asesinadas en América Latina, Centroamérica y el Caribe, en comparación con los 900.000 muertos en guerras en Siria, Irak y Afganistán durante el mismo periodo. El Salvador se encuentra en el centro de la violencia, principalmente como resultado de la guerra entre pandillas. En 2015, fue considerado el país más peligroso del mundo que no está en guerra.

Según un informe de 2015, “el miedo impregnaba la vida diaria, especialmente en las comunidades pobres donde las pandillas se apoderan de la mayor parte de sus territorios. Los residentes que cruzan la línea invisible que los separa (por lo general un puente, una carretera o un parque de aspecto inofensivo), corren el riesgo de ser golpeados o incluso de morir. Los taxistas temen dar un giro equivocado que los pueden conducir a un robo o secuestro. Las idas de compras, las citas de enamorados y los partidos de fútbol están circunscritos por cuestiones de seguridad. Incluso quedarse en casa no es garantía de seguridad …

“Los comerciantes, peluqueros y dueños de restaurantes son frecuentemente atacados por extorsionadores, quienes normalmente amenazan con ataques incendiarios o con cortarle las orejas o los dedos a los cónyuges o hijos. Los padres observan con un temor creciente cómo sus hijos e hijas se acercan a la pubescencia, y su consiguiente e inevitable presión que enfrentan de unirse a la pandilla local. A menudo no hay nadie a quien acudir en busca de apoyo: los estudiantes intimidan a los profesores y la policía tiene miedo de entrar en muchas comunidades “.

Independientemente de la opinión que uno tenga sobre Bitcoin, es sorprendente que un lugar del que se hablaba como una zona de guerra hace no mucho tiempo ahora esté siendo considerado en todo el mundo como un pionero de una nueva tecnología financiera.

III. El trauma de la dolarización

Un gran esfuerzo económico a nivel nacional acompañó a la ola de violencia de la posguerra en El Salvador. Hoy en día, el café, el ganado, la madera y la pesca constituyen una base para la exportación de productos básicos que no puede satisfacer las necesidades de la creciente población. El país ha experimentado un avance desde el final de la guerra, pero no ha podido saldar su deuda externa y sigue dependiendo de ayudas del exterior, de préstamos y de remesas. El crecimiento económico también se ha visto frenado por desastres naturales catastróficos, con la destrucción del Huracán Mitch en 1998 que causó daños por 400 millones de dólares y un terremoto de una magnitud del 7,6 en 2001 que causó daños por 2.800 millones de dólares.

Como dice el dicho salvadoreño, “nuestra mayor exportación es nuestra gente”. Las investigaciones apuntan a las remesas como una de las principales razones de la disminución de la pobreza en El Salvador durante los últimos 25 años. Los flujos (que representan aproximadamente una cuarta parte del PIB) son vitales, pero todo ese tiempo y esfuerzo invertido por los salvadoreños en Los Ángeles, Washington o Nueva York se destina a construir cosas y brindar servicios a los estadounidenses, no a los salvadoreños en casa.

En 2001, el gobierno salvadoreño implementó el dólar estadounidense como moneda de curso legal, una medida que rápidamente reemplazó al tradicional colón como moneda nacional. El presidente Francisco Flores anunció la transición en noviembre del 2000 y la implementación se produjo el 1ro de enero de 2001, apenas 39 días después. El país se dolarizó en un 98% en solo 18 meses. El cambio repentino no dejó espacio para la discusión pública y generó sospechas de que el movimiento se hizo para beneficiar a las élites y no a la mayoría de la población.

A diferencia de Ecuador, que estaba lidiando con una severa inflación, la dolarización en El Salvador no se introdujo para solucionar una emergencia. La inflación era del 4,3% en el año 2000. Más bien, la dolarización fue una prescripción macroeconómica. Sus defensores dijeron que ayudaría a preservar el poder adquisitivo de los trabajadores y los protegería del abuso monetario del gobierno. Se anunció como algo que facilitaría el comercio, evitaría la monetización de la deuda, atraería inversión extranjera y reduciría las tasas de interés. Especialmente los bancos podrían beneficiarse, ya que tasas de interés más bajas significaban que iban a poder pedir prestado más barato en el extranjero y prestar dentro del país con un beneficio.

Sin embargo, según Silvia Borzutsky, una profesora de ciencias políticas en la Universidad Carnegie Mellon que estudió la dolarización de El Salvador, la política “tuvo efectos extremadamente negativos en los grupos de menores ingresos sin hacer mucho para ayudar a la economía en general”.

Una encuesta de 2002 realizada por el Instituto Universitario de Opinión Pública muestra que solo el 2% de los salvadoreños consideraba la dolarización como un logro, mientras que el 62,2% pensaba que había sido perjudicial para la nación. Otro sondeo del mismo año de la Universidad Centroamericana detectó que el 61% de los encuestados salvadoreños dijeron que la dolarización había tenido un “efecto negativo en su situación económica personal”. Según un estudio de la Universidad Centroamericana, “el sector más beneficiado por el proceso de dolarización ha sido el sistema financiero, que ya no enfrenta el riesgo de que sus pagos se incrementen por una posible devaluación decidida por el círculo político”.

En el momento de la dolarización, el 21% de la población de El Salvador no sabía leer, y un porcentaje aún mayor tenía problemas para fijar precios en la economía del dólar, donde todo estaba dividido por el tipo de cambio de 8.75 colones por dólar. Según un estudio contemporáneo, “a las empresas no se les permitió aumentar los precios en dólares por encima de lo que costaban en colones. Por lo tanto, en el mercado formal, los precios se redondeaban al siguiente centavo y la inflación por redondeo era mínima. En el mercado informal, donde opera la gente pobre, la situación era completamente diferente… casi no había regulación, por lo que los vendedores a menudo establecían precios en dólares mucho más altos que lo que estaban cobrando en colones. Un participante observó, “algunas personas aprovechan el cambio, y por algo que antes costaba siete colones ahora cobran un dólar”. De siete colones a un dólar es una inflación del 25 por ciento”.

Incluso una mayor pérdida de poder adquisitivo se produjo como resultado de la diferencia en los hábitos de gasto entre las clases más pobres, que compran cosas varias veces al día en lugar de una vez a la semana o al mes como lo hacen las clases medias o altas, lo que resulta en una exposición más constante a precios en aumento. El principal beneficio declarado de la dolarización (las tasas de interés más bajas), incluso se les escapó a las poblaciones de menos ingresos, ya que los pobres no suelen obtener préstamos de los bancos, sino más bien del exorbitante sector informal. Según datos del 2002, el 70% del crédito en El Salvador por entonces fue prestado por cuatro bancos, y esos préstamos a 400 clientes que constituyeron el 60% del empréstito total.

Otra frustración de la dolarización provino de la sensación de que la política se lanzó muy rápido y sin consultar con la población, y que la moneda nativa fue reemplazada por una imperial, de una potencia extranjera que había ayudado a un régimen brutal a destruir el país durante la guerra civil.

La actitud negativa sobre la dolarización persistió durante muchos años. En un informe del 2007 de Los Angeles Times, se entrevistó a una vendedora de papas llamada Janette, que dijo que solía vender 100 libras todos los días, pero que ahora tenía “suerte de mover lo mismo en una semana”. Ella fue citada diciendo que “la vida es más difícil ahora. El dólar es una maldición “.

A mediados de la década del 2000, el salario promedio de los salvadoreños aumentó solamente un 4%, mientras que los precios de los alimentos y bebidas aumentaron un 14%. Los agricultores y los vendedores agrícolas se enfrentaron al problema no solo de un aumento de los precios de los productos básicos, sino también de una menor demanda de sus productos. Otro de los personajes en la historia de Los Angeles Times es una granjera avícola que se vio obligada a sacrificar sus pollos y abandonar su negocio como resultado de la dolarización, lo que resultó en un desenlace en el que ya ni siquiera podía permitirse comer pollo ella misma.

En un destino compartido con otros países que usan la moneda de una economía más poderosa (como, por ejemplo, los países CFA de África Occidental y Central), la dolarización significó que el gobierno salvadoreño no podía modificar la moneda para mantener competitivos los bienes y servicios, y que los salarios siguieron siendo caros en comparación con los de otros países. Cinco años después de la dolarización, las importaciones de El Salvador habían crecido “casi tres veces más rápido que las exportaciones”, que se vieron perjudicadas por el ascenso de China, que devaluó su moneda para mantenerse competitiva.

Incluso hoy, 20 años después, cuando los efectos macro de la dolarización parecen haber sido positivos en El Salvador en su conjunto, existen tendencias negativas que no se reflejan en los datos oficiales. Por ejemplo, cuando el Gobierno de los EE. UU. monetiza la deuda para pacificar las crisis financieras y aumentan artificialmente el valor de las acciones y los bienes raíces estadounidenses, los ciudadanos estadounidenses reciben cheques de estímulo y las corporaciones estadounidenses reciben rescates. Pero estas líneas de vida no se extienden al salvadoreño promedio, que siente el costo del aumento de precios, sin los beneficios.

La dolarización es un recuerdo doloroso para muchos salvadoreños, y la idea de un nuevo cambio de moneda establecido desde arriba da miedo. El repentino anuncio e implementación de la Ley de Bitcoin de este verano reinstaura viejos temores.

Por lo general, cuando un gobierno cambia la moneda, no es bueno para la gente.

¿Será diferente ésta vez?

IV. La aldea

Se podría decir que la impensable historia de la adopción de Bitcoin en El Salvador comenzó hace unos 15 años, antes de que alguien siquiera hubiera oído hablar de Satoshi Nakamoto, cuando Jorge Valenzuela y Ramón “Chimbera” Martínez tuvieron suerte.

Al crecer en El Zonte, una aldea costera de no más de 3.000 personas, me dijeron que había pocas preciadas oportunidades de que hombres jóvenes como ellos hicieran algo diferente. Sus familias habían vivido durante generaciones en la zona, cuidando las propiedades de los terratenientes ricos de la capital o pescando en la costa.

“Mi padre es pescador, el padre de Jorge es pescador”, me dijo Martínez. “Vivimos en un paraíso natural, con clima cálido, buena comida… y gente amable, pero nuestras familias nunca tuvieron oportunidades económicas reales”.

Sus vidas podrían haber seguido por ese camino, si no hubiera sido por una trabajadora social, que fue a El Zonte y plantó una semilla de inspiración en ellos, les enseñó sobre esperanza y trató de ponerlos en un nuevo camino. “Cultivamos un sueño para cambiar nuestra realidad”, dijo Martínez.

El esfuerzo de la trabajadora social dio sus frutos. Valenzuela y Martínez se dedicaron a construir restaurantes, administrar propiedades y a enseñar a la gente a surfear.. Poco a poco, ayudaron a convertir El Zonte en lo que es hoy en día.

“Aprendimos que para cambiar nuestra comunidad, primero teníamos que cambiar a las otras personas”, dijo Martínez. “Si cambias solamente tú, no es suficiente”.

Pero el camino fue duro. Martínez dijo que si bien él y Valanzuela se habían beneficiado de la tutoría, la mayoría de las personas a su alrededor no.

“Perdimos amigos, perdimos familia, comenzamos a ver niños que ya no soñaban”, dijo Martínez. La depresión económica y la violencia de las pandillas eran malas, pero ese no era el principal problema. Fue la pérdida de oportunidades lo que realmente impactó con más fuerza. 

En 2006, Martinez y Valenzuela, junto con su amigo Hirvin Palma, crearon un programa que llamaron un “punto de luz en la oscuridad”, cuyo objetivo era crear familias para niños huérfanos.

“Muchos niños no tenían un padre,” dijo Martinez. “Así que creamos un tejido social para hacer frente a ese asunto, para lograr un cambio a través de los niños.”

Se trataba de asesorar a niños que habían perdido el rumbo y de brindarles una nueva red de apoyo. A lo largo de los años, algunos de los cientos de estudiantes con los que han trabajado llegaron a las universidades, en vez de unirse a pandillas. Llamaron al programa “Llenando El Tanque De Amor de cada Niño” 

“Todos tenemos un tanque,” dijo Martinez, “pero necesita estar lleno.”

El problema fue que los programas de Martínez y Valenzuela comenzaron a perder fuerza hace unos años, cuando los flujos de efectivo comenzaron a agotarse. Un día, dijo Martínez, un estadounidense se les acercó con una idea.

Después de la guerra civil, los surfistas y mochileros comenzaron a llegar a los alrededores de El Zonte. Uno de esos turistas era un californiano llamado Mike Peterson.

“Cuando conocimos a Mike”, dijo Martínez, “él fue uno de los pocos que realmente comenzó a pasar tiempo con nosotros, los lugareños, que empezábamos a creer en esta comunidad”.

Alrededor de 2013, los tres comenzaron a trabajar juntos en serio, proporcionando becas, mentorías y trabajos para los jóvenes de la zona.

En 2019, un donante anónimo se acercó a Peterson y prometió un gran regalo a la comunidad, con la condición de que se enviara en bitcoins y fuera gastado en El Zonte de forma circular.

“No sabíamos nada sobre Bitcoin,” dijo Martinez, “pero somos soñadores, y creíamos en Mike.”

El primer vendedor en aceptar bitcoins fue la madre de Valenzuela, a la que se conoce como Mamá Rosa. En 2019, comenzó a vender pupusas por bitcoins a niños que habían ganado satoshis mediante los programas de Martínez y Valenzuela por hacer trabajo comunitario.

Una noche, fuí caminando por la calle de El Zonte con un grupo de amigos hasta la pupuseria de Mamá Rosa. Es un lugar modesto al lado de la carretera, a unos metros de la autopista local, pero es un punto popular de reunión para los lugareños y un sitio con un pasado especial en la historia de El Zonte.

Pedimos una variedad de pupusas y pagamos en bitcoins. Al terminar nuestra comida, me senté con Mamá Rosa y le pregunté: ¿Cómo fue cuando su hijo le dijo que debería empezar a recibir pagos en un dinero mágico de Internet? ¿Pensó que estaba loco?

Ella se rió. “No pensé que estuviera loco, pero tenía dudas sobre la moneda”, me dijo.

La última vez que el Gobierno hizo un gran cambio de moneda, ella sufrió. Cuando mencioné la dolarización, Mamá Rosa hizo una mueca, como si algo le doliera físicamente. 

“No queríamos el dólar, queríamos quedarnos con el colón”, dijo. Después de que comenzó la transición, se encontró con una significativa inflación de precios. “Fue muy difícil”, dijo.

Entonces al principio, con ésto en mente, ella no estaba segura del plan de Valenzuela. Pero ella creyó en él y comenzó a aceptar la nueva moneda y, más aún, comenzó a guardar parte de ella en la wallet de su teléfono.

Hoy, mantiene todas sus ganancias en bitcoins. Ella sabe que es volátil, pero ha aceptado esa característica. Señaló con orgullo detrás de ella un impresionante camión al lado del restaurante y me dijo que pudo comprarlo recientemente como resultado del crecimiento de sus ahorros de bitcoins. Cuando le pregunté si estaba sorprendida por el aumento del valor de bitcoin, se rió.

“Por supuesto que estoy sorprendida”, dijo. “¡Estoy haciendo dinero!”

Me dijo que está increíblemente orgullosa de su hijo, no solo porque tomó decisiones inteligentes y sabias, sino porque está mejorando la vida de muchas personas.

Le pregunté qué consejo le daría a sus compatriotas y mujeres que temen la Ley de Bitcoin.

“Hay mucha desconfianza hacia cualquier cosa nueva”, dijo. “Además de eso, los estafadores han estado llamando gente, tratando de defraudarlos con sus bitcoins pidiéndoles que se los envíen por un bien o servicio y luego desaparecer. Para obtener todos los beneficios, necesitamos educación y conocimiento”.

“Pero al final,” dijo, “no hay nada que temer. Es solo otra moneda más.”

V. Bitcoin Beach

Valenzuela me dijo que la idea inicial detrás de Bitcoin Beach tenía muy poco que ver con las remesas. El objetivo era crear una economía circular. Una parte clave de la iniciativa fue la construcción de Hope House, un moderno edificio de varios pisos en El Zonte donde se puede impartir educación sobre Bitcoin.

Pero todavía quedaba un gran desafío. Los comerciantes dijeron: “Si no puedo tocarlo, no lo voy a usar”

Entonces, al principio, el liderazgo de Bitcoin Beach les dió papeletas de pago a los estudiantes y demás personas que formaban parte del programa. Si el bitcoin cayera, Hope House los compensaría. Al principio, todos los estudiantes querían cambiar sus papeletas por dólares. Pero eventualmente, comenzaron a quedarse con más y más de ellas, y eventualmente aprendieron cómo ser su propio banco y mantener bitcoins reales en sus propias wallets.

Valenzuela me dijo que cuando por fin convencieron a los primeros pequeños mercaderes de la ciudad para que aceptaran bitcoins, fue la primera vez que la mayoría de ellos realizaba transacciones digitales y la primera vez que comenzaron a pensar seriamente en ahorrar.

“Acuérdate”, dijo Valenzuela, “la gente aquí no tiene cuentas bancarias”.

“En nuestras comunidades no tenemos cursos de educación financiera y nadie brinda consejos a los jóvenes”, dijo Valenzuela. “Pero Bitcoin es un gran maestro”.

Las familias empezaron a ahorrar para adquirir activos por primera vez en sus vidas.

“La gente aquí no tiene acceso a acciones o bienes raíces”, dijo Valenzuela.

Bitcoin ayudó a llevar inclusión al sistema financiero. Valenzuela dijo que uno podía sentir que la comunidad empezaba a ahorrar para el futuro y que esto era un gran cambio psicológico.

Bitcoin Beach educó a un grupo de líderes comunitarios para ayudar a las personas a navegar las aguas de cómo usar la nueva moneda. Valenzuela los llamó una “tribu de la inclusión financiera”. Gracias a ellos, dijo, “el resultado es que los niños ya no están tan interesados ​​en irse al lado oscuro. Están más interesados ​​en el futuro “.

Es por eso que nombraron al nuevo edificio insignia de Bitcoin Beach (bien construido y bien equipado bajo cualquier estándar) Hope House: La Casa de la Esperanza. Martínez dijo que es parte de un sueño sobre un futuro en el que las personas tienen la libertad de elegir su destino.

Gracias al nuevo paradigma, dijo Martínez, la gente alrededor del mundo ahora está hablando de El Salvador de forma diferente. No se trata solo de pandillas y lavado de dinero. La gente habla con una retórica y una narrativa optimistas.

“La gente habla de la comida, las pupusas, el surf, el clima, las opciones de inversión; se está convirtiendo en una tierra de oportunidades”, dijo Martínez.

“Cuando trajimos por primera vez un cajero automático”, dijo Martínez, “la gente se rió. Ahora ya no se ríen”.

“Por fin somos los primeros en algo aparte de la tasa de homicidios. Toda esta innovación no sucedió en Europa o Estados Unidos o incluso en Silicon Valley ”, dijo Martínez,“ sino aquí mismo en El Zonte. Otros pueblos y ciudades ahora nos llaman, preguntándonos nuestro secreto. No hay ningún secreto. Solo trabajo duro y desarrollo comunitario”.

A día de hoy, Bitcoin Beach comparte su filosofía con otras comunidades de la región, una por una. Valenzuela y Martínez van a nuevas ciudades cada semana y ayudan a las personas a configurar sus wallets y les dan algo de bitcoins. Si el Gobierno hiciera esto, dijeron, la gente se mostraría escéptica. Pero como son aldeanos como ellos, se animan.

“Es hermoso que todo el país ahora pueda tener acceso al sistema financiero. Esto era lo que esperábamos hace 15 años ”, dijo Martínez con una gran sonrisa. “El comienzo del sueño se ha logrado. Nuestra ciudad natal ya no es un punto aterrador en el mapa, sino un lugar emocionante al que ir. Así que ahora estamos celebrando”.

“Pero la Ley de Bitcoin es solo el comienzo. No va a facilitar nuestro trabajo “, dijo Martínez. “Nos tomó dos años y medio construir una comunidad alrededor de esta idea con solo 3,000 personas. ¿Un país de seis millones? Eso tomará tiempo”.

VI. El regalo

Cuando me senté con Peterson en el porche de su casa en El Zonte, me dijo que en un principio había venido a El Salvador en 2004. Parecía que las cosas estaban mejorando. Había pasado una década desde la guerra civil y la gente tenía esperanzas.

Su familia compró una casa en la pequeña ciudad surfera y comenzó a pasar varios meses al año allí, como voluntario y ayudando a las iniciativas comunitarias vinculadas con los grupos parroquiales que dirigían orfanatos, ayudando con la rehabilitación de ex pandilleros y trabajando con víctimas de tráfico sexual.

Pero la Gran Crisis Financiera, engendrada por Wall Street, golpeó duramente a El Zonte y El Salvador. Las pandillas ya eran un problema, dijo, pero empeoraron mucho en 2008 y 2009. La violencia fue in crescendo en 2016.

Hoy en día, hay una pista de patinaje frente a la casa de Peterson, justo en la playa. Pero hace unos años, una pequeña casa estaba situada en la propiedad.

La noche en que Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos en las elecciones de 2016, Peterson estaba viendo el recuento de votos en casa. Escuchó una serie de tiros y salió a mirar. No pudo ver nada, así que volvió a entrar. Pero por la mañana, cuando salió a la calle, vio a la policía sacar un cuerpo de la casa de enfrente.

Su vecino había sido asesinado con 40 balazos, a un tiro de piedra de donde yo estaba sentado, entrevistando a Peterson cinco años después. Esa fue la tercera persona asesinada en tres semanas en la cuadra de Peterson en El Zonte, dijo. La gente durante ese periodo no salía por la noche, dijo. Algunos incluso huyeron del país, a Nicaragua o Guatemala. Los dueños de negocios locales pagaban dinero por protección a las pandillas.

“Si no pagabas,” dijo, “te mataban.”

Peterson dijo que ésta fue una dinámica que impactó más a las clases bajas: los empobrecidos sienten que los ricos los están reprimiendo, por lo que responden con violencia, pero al final, mayormente son las clases bajas las que se ven perjudicadas, ya que solo los ricos pueden permitirse contratar seguridad privada.

En medio de todo esto, Peterson estaba en su tercer año de trabajo con Valenzuela y Martínez en proyectos comunitarios en El Zonte. Dijo que había entre 10 y 15 líderes activos en la comunidad, impulsando todo hacia adelante, pero llamó a Valenzuela el “mariscal de campo de la operación”. Mantuvieron la cabeza baja y siguieron trabajando durante 2017 y 2018. Afortunadamente, la delincuencia nacional y local se redujo drásticamente durante ese tiempo. Aún así, todavía enfrentaban problemas de financiación.

En la primavera de 2019, uno de los amigos de Peterson le preguntó si quería una conexión con un donante interesado en la filantropía de Bitcoin. Dijo que sí, que estaría feliz de hablar. Ya era fan de Bitcoin, pero nunca había pensado en implementarlo en su trabajo hasta ese momento.

El donante era anónimo, por lo que Peterson se reunió con sus intermediarios. El requisito era que se podría hacer una donación para el trabajo comunitario en El Zonte, pero se haría en bitcoin, y Bitcoin debía integrarse en los programas locales. El donante no quería que el bitcoin se vendiera por dólares, sino quería que circulara, que se convirtiera en parte de la filosofía local y no solo en un “umbral que atravesar”.

Peterson estaba abierto a la idea porque el sistema bancario local era exorbitante, burocrático y estaba roto. Era “tan difícil” conseguir dinero de EE. UU., con viajes en autobús de una hora, largas esperas, altas tasas y retrasos inexplicables como algo común.

En una experiencia personal propia, hace unos 10 años, Peterson intentó comprar un automóvil, pero tuvo problemas para sacar el dinero de su cuenta estadounidense a través de un cajero automático para realizar la compra. La transferencia tardó semanas y, cuando finalmente consiguió el efectivo, el propietario del automóvil se lo había vendido a otra persona. Señaló que cuando los extranjeros intentan comprar una propiedad y desarrollar el área, hay un lapso de una a dos semanas entre el envío y la liquidación, en el cuál ambas partes corren riesgos y los acuerdos a menudo fracasan.

Pero éstos son solo inconvenientes menores en comparación con las altas tasas a las que se enfrentan los empobrecidos.

“Ellos siempre pagan el precio más alto,” dijo Peterson.

Entonces, a Peterson se le ocurrió un plan para el donante, que incluía diagramas dibujados a mano de cómo circularía bitcoin en la ciudad y un plan de adopción de tres años. Al final del verano, se aprobó la donación y Bitcoin Beach comenzó a ejecutar programas oficiales para pagar a las personas en bitcoin por limpiar la comunidad, hacer reparaciones de carreteras y emprender proyectos de construcción.

Peterson también se puso en contacto con la empresa Athena, con sede en Chicago, que ayudó a introducir un cajero automático de Bitcoin en la ciudad. Esto, dijo Peterson, marcó una gran diferencia psicológica, ya que los residentes apreciaron cómo podían cobrar fácilmente bitcoins en dólares a pedido. Para el otoño, Peterson dijo que la gente de clase media de la capital conducía hasta El Zonte los fines de semana para comprar bitcoins en el cajero automático. El ímpetu estaba comenzando a formarse.

En noviembre de 2019, Peterson viajó a una conferencia de Bitcoin en Uruguay, donde conoció al podcaster británico Peter McCormack. Le dijo a McCormack que debería visitar El Zonte. Peterson se sorprendió cuando McCormack dijo “eso suena genial, iré esta semana”.

Después de su visita, McCormack grabó una entrevista con Peterson, que hizo las rondas en su popular programa “What Bitcoin Did” (“Lo Que Hizo Bitcoin”). Esto terminó siendo importante, dijo Peterson, ya que así fue como muchas personas de la comunidad de Bitcoin escucharon por primera vez sobre El Zonte.

En julio de 2020 salió un artículo en Forbes, mostrando Bitcoin Beach. Fue, según Peterson, la “primera vez que El Salvador ha sido presentado de manera positiva” en una revista financiera de clase mundial.

Entre el artículo de Forbes y el podcast de McCormack, futuros colaboradores clave de El Zonte, incluido el fundador de Galoy, Nicolas Burtey, el fundador de Strike, Jack Mallers, y el gerente de producto de Square, Miles Suter, descubrieron sobre la comunidad, inspirando futuras visitas en el otoño y la primavera siguientes.

Como consecuencia de la pandemia, el turismo en El Zonte se detuvo en 2020. La mayoría de los hoteles cerraron. Bitcoin Beach respondió con un programa tipo SBU, donde se distribuían 40 dólares en bitcoins regularmente a familias necesitadas. Si uno de estos pagos se hubiera ahorrado hasta ahora, valdría 400 dólares.

A fines de 2020, Peterson, Valenzuela y Martínez pensaron que no solo El Zonte, sino todo el país podría apuntar a tener bitcoin como moneda. Pero nunca imaginaron el tipo de despliegue agresivo que vendría el año siguiente.

A principios de 2021, Peterson dijo que condujo hasta la capital con Suter, Martínez y Valenzuela para una reunión con la ministra de turismo. Hablaron durante dos horas sobre la idea de que El Salvador adoptase una estrategia de Bitcoin. Peterson dijo que lo presentaron como una idea fácil y barata para ayudar a transformar la narrativa nacional de las pandillas a la de oportunidades. Argumentaron que era como un “lifehack” para el reconocimiento internacional. Peterson dijo que parecía entenderlo, pero solo un poco.

En mayo, sin embargo, Peterson sintió que algo estaba sucediendo. En lugar de hacer propuestas al Gobierno, los funcionarios iban a El Zonte y observaban de cerca las operaciones de Hope House. En abril y mayo, el viceministro de educación y el ministro de turismo lo visitaron en persona.

Peterson dijo que la transición “no ha sido un camino de rosas” desde el anuncio de la Ley de Bitcoin en junio. Los salvadoreños sospechan que pueda ser una estrategia de un gobierno central con un largo historial de corrupción.

Cuando se trata de la fuerte oposición nacional a la Ley de Bitcoin, Peterson dijo que, en general, la gente no entiende Bitcoin y se siente a oscuras, inconsulta y cree que el nuevo programa se utilizará para robar al público; una preocupación justa dado que los últimos tres presidentes salvadoreños saquearon el país.

Peterson dijo que la gente también es escéptica sobre la historia de El Zonte. Es raro, o incluso inaudito, que personas anónimas hagan grandes obsequios en El Salvador, por lo que existe mucha sospecha en torno al regalo fundacional hecho a Bitcoin Beach. La respuesta de Peterson es que “si alguien hubiera querido crear un plan, ¿lo habría iniciado con dos salvadoreños que no habían cursado la escuela secundaria y un extranjero analfabeto en computación en una pequeña aldea? No, lo empezaría en la capital “.

A pesar del amplio escepticismo nacional, Peterson ve que la adopción de Bitcoin irá bien en los próximos años.

“Es típico que una tecnología ‘dé un salto’ en países en vías de desarrollo y se adopte más rápido: saltando la telefonía fija directamente a los teléfonos celulares, por ejemplo”, dijo. “Especialmente porque Bitcoin no requiere de una gran inversión de capital ni necesita de una enorme nueva infraestructura, más allá de los cajeros automáticos. Todo es software, el salto puede suceder porque la gente ya tiene teléfonos “.

Peterson piensa que a largo plazo, la ley Bitcoin tendrá cuatro grandes impactos:

Primero, creando una cultura del ahorro. Hoy en día, dijo, si conduces por San Salvador hay un montón de restaurantes de comida rápida y el precio de esa comida no se compara favorablemente con el salario diario. Mucha gente, dijo, gasta sus remesas en comida rápida y, en general, el dinero no se destina a un uso productivo porque no hay esperanza en el mañana. Bitcoin les permite romper ese  círculo vicioso.

En segundo lugar, brindando oportunidades comerciales. Dijo que entre el desarrollo hotelero, el soporte para el back office del sector tecnológico para pagos y la consultoría para otros países y empresas de todo el mundo que desean agregar pagos en Bitcoin, la creación de empleo podría ser significativa.

En tercer lugar, la eficiencia que se obtendrá como resultado del ahorro en tarifas y tiempo en las remesas es enorme. Es difícil de entender para los estadounidenses, dijo Peterson, pero la gente se pasa horas a la semana lidiando con remesas, esperando en filas enormes y pagando tarifas elevadas.

Cuarto, la sensación de orgullo que se ve en las personas que saben que están liderando el camino en lugar de seguirlo por atrás. La diferencia, dijo, entre subsistir en la pobreza y escapar. En un país con una historia tan trágica y con ciclos de violencia, que pasar de ser un punto oscuro en el mapa a tener un destino emocionante no tiene precio.

¿Así que, qué sigue con Bitcoin Beach?

“Hemos tenido que lidiar con ésto”, dijo Peterson. “¿Nos enfocamos en El Zonte o nos lanzamos a nivel nacional?”

Dijo que finalmente decidieron volver a sus raíces y trabajar en la promoción de Bitcoin como una herramienta para la juventud local. Otros podrán manejar el trabajo nacional.

“Nuestro objetivo es que los jóvenes tengan éxito y construyan un futuro mejor, no trabajar en la adopción de Bitcoin”, dijo Peterson. “Pero creemos que esto último traerá más beneficios”.

Peterson dijo que las comunidades como Bitcoin Beach son replicables, pero solo si el objetivo es más profundo que la mera promoción de la tecnología. La misión tiene que ser mejorar una comunidad.

Si bitcoin se hubiera desplomado el año pasado, dijo, todavía estarían haciendo lo que están haciendo con dólares. Pero dijo que Bitcoin tenía todo tipo de beneficios que no predijo: ayudar a las personas con educación financiera, pensar en el futuro y retrasar la gratificación.

“Los bitcoiners tienen esperanza”, dijo Peterson. “Y ese sentimiento se está extendiendo aquí. Creemos que el futuro será mejor que hoy ”.

VIII. El caudillo

Camaleón político y oportunista, Bukele, de 40 años, ha evolucionado en su carrera de miembro del izquierdista FMLN a crear su propio partido, Nuevas Ideas, que se caracteriza en general como de derecha. Su índice de aprobación ronda el 90%, lo que lo convierte en el político más popular del hemisferio y posiblemente del mundo.

La popularidad de Bukele proviene en gran parte de la percepción de que ha ayudado a limpiar el crimen y a construir nueva infraestructura para hacer que el país sea más seguro y atractivo. La tasa de homicidios de El Salvador ya había bajado de más de 100 homicidios por cada 100.000 personas en 2015 a alrededor de 40 cuando asumió el cargo, disminuyendo a 20 durante su Administración, pero se le da mucho crédito por la transición en conjunto. Los periódicos independientes como El Faro alegan que Bukele ha reducido la violencia haciendo tratos con las grandes pandillas, pero pocos se quejan del declive.

El gran problema es que Bukele ha abusado de su popularidad para desmantelar las instituciones democráticas. El mundo vio un destello de este comportamiento a principios de 2020, cuando Bukele impulsó un plan de presupuesto a través de la Asamblea Nacional rodeando el edificio con francotiradores y trayendo tropas armadas a la Cámara. En febrero de este año, su partido ganó la supermayoría legislativa y, en los últimos meses, se ha apoderado del Poder Judicial. Cinco jueces de la Corte Suprema fueron despedidos en mayo y fueron reemplazados por partidarios suyos. Al mismo tiempo, Bukele despidió al fiscal general, quien estaba investigando casos de corrupción en su gobierno. Despertando preocupaciones sobre la transparencia, también le dijo a la Asamblea Nacional que mantuviera en secreto los gastos gubernamentales relacionados con la pandemia.

El 31 de agosto, la legislatura aprobó un proyecto de ley que purga a todos los jueces con más de 30 años de servicio o mayores de 60, lo que equivale a aproximadamente un tercio del cuerpo, y permite que Bukele los reemplace. Algunos de estos jueces estaban investigando crímenes de guerra cometidos en la década de 1980 por el Gobierno contra civiles, incluidas las atrocidades de El Mozote. Si los casos se cierran, es posible que nadie rinda cuentas de lo sucedido allí. Además en agosto, los funcionarios de Bukele impulsaron una propuesta para revisar la Constitución que, entre otros cambios, elimina una cláusula que prohíbe que gobierne un partido único.

El 3 de septiembre, la Corte Suprema, que ahora simpatiza con Bukele, dictaminó que los presidentes puedan postularse por segundo mandato consecutivo, allanando el camino para que él se postule para la reelección en 2024. La decisión claramente va en contra de la Constitución.

El embajador de Estados Unidos en El Salvador comparó recientemente a Bukele con Hugo Chávez. Pero como ha señalado Human Rights Watch, a Chávez le tomó cinco años tomar el control de la Corte Suprema de Venezuela, siete años llevar a cabo una purga judicial masiva y diez años eludir los límites electorales. A Bukele le tomó solo dos años hacer lo mismo.

Probablemente no sea una coincidencia que la implementación de Bitcoin tuviera lugar al mismo tiempo que el fallo de la Corte Suprema. Bukele tiene un manejo de Twitter de clase mundial y lo ha estado usando de manera magistral últimamente, incluso burlándose del Fondo Monetario Internacional (FMI) y diciéndole a Estados Unidos que se ocupe de sus propios asuntos, pero no ha dicho nada sobre la Corte Suprema. De manera similar, el día antes de que Bukele anunciara su plan en junio de convertir Bitcoin en moneda de curso legal en El Salvador en un video en la conferencia Bitcoin 2021 en Miami, su Gobierno rompió un acuerdo anti-cooperación con la Organización de Estados Americanos.

En el plan maestro de los dictadores (utilizado por Putin, Erdogan, Chávez y tantos otros en todo el mundo), una vez que un líder consolida el control político, generalmente persigue a los medios de comunicación y luego a cualquier empresario poderoso que pueda interponerse en su camino. Este verano, funcionarios salvadoreños dieron un paso en esta dirección al expulsar al periodista de El Faro Daniel Lizárraga.

Como escribió El Faro, “En anteriores gobiernos, las investigaciones periodísticas revelaron el uso indebido de fondos públicos y la corrupción del sistema. Esas investigaciones dieron pie, entre otras cosas, a la judicialización de casos de corrupción al más alto nivel; y al descrédito de los dos principales partidos políticos que encubrieron estos actos. De esas investigaciones se abrió camino Bukele y su grupo.”

El diario argumenta que está tratando de deshabilitar las mismas instituciones que le permitieron llegar a donde está hoy.

Más tarde resumió su posición en las redes sociales: “Bitcoin ha sido impuesto a una población empobrecida por un Gobierno opaco, autoritario y corrupto”.

Dada ha recibido amenazas de muerte por su trabajo. Le dijo a The New Yorker que un día a principios de este año estaba mirando afuera desde su escritorio y vio un drone volando por la ventana. Le dio “la oportunidad de examinar biométricamente mi dedo del medio”.

Los defensores de la privacidad como Matt Odell han expresado su preocupación de que la aplicación Chivo pueda desarrollarse para reemplazar las transacciones en efectivo, que tienen, por defecto, una excelente privacidad. Trasladar estos pagos a un sistema digital donde el gobierno tiene pleno conocimiento de todos los aspectos de las transacciones, podría llevar al país hacia un estado de vigilancia.

Al final, ¿por qué Bukele impulsó el proyecto de ley? ¿Fue para distraer al mundo de su descarada consolidación de poder? ¿Para, como suelen alegar sus críticos, lavar dinero a través de una red que es más difícil de monitorear que el sistema bancario? ¿O para intentar que los ciudadanos ingresen a su sistema Chivo, donde puede vigilarlos y controlarlos mejor? ¿Fue para tener un plan B, en caso de que se interrumpan los prestamos internacionales? ¿Quizás, como dicen sus partidarios, dar el primer golpe en una carrera armamentista digital, modernizar el país y atraer inversiones y talento? ¿O fue simplemente para poner a El Salvador, y su propia persona, en el mapa internacional?

Cualquier combinación de estas razones es posible, pero una cosa es segura: Bukele es hoy mucho más famoso internacionalmente que hace seis meses, y ahora es el líder más reconocido en Centroamérica.

Geopolíticamente, hay un préstamo pendiente de mil millones de dólares del FMI a El Salvador, y Estados Unidos y otras entidades internacionales pueden intentar presionar a Bukele para que haga concesiones antes de que se liquide ese dinero. Prefieren que se mantenga en el Consenso de Washington y no que inicie una corriente de “Consensos de Nakamoto”. Aún no está claro si estas concesiones sean un objetivo con respecto a su erosión de la democracia o a su promoción de Bitcoin. Poco después de que se aprobara la Ley Bitcoin, la Administración Biden sancionó a 11 salvadoreños cercanos a Bukele por corrupción. Y el 5 de septiembre, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un comunicado de prensa acusando a Bukele de socavar la democracia.

Los críticos dicen que Bukele usará Bitcoin como una herramienta para luchar contra las sanciones de EE. UU. Pero como señaló The Economist, es poco probable que Estados Unidos presione demasiado a Bukele: Biden se enfrenta a una crisis migratoria y la inestabilidad en El Salvador podría aumentar los flujos de migrantes hacia Estados Unidos, causando problemas políticos a la Casa Blanca. El 27 de agosto, el Gobierno de Estados Unidos hizo un obsequio militar al ejército salvadoreño, que incluía ocho helicópteros.

El 8 de junio, mientras la legislatura salvadoreña aprobaba la Ley de Bitcoin, Bukele se unió a un Twitter Spaces organizado por el inversionista y empresario Nic Carter, donde respondió preguntas de una audiencia de más de 20,000 personas. Tuve la oportunidad de hacerle dos preguntas: una, si los salvadoreños podrían usar cualquier wallet que quisieran, o se verían obligados a usar la wallet de Chivo (dijo que la elección sería de ellos). Y también, pregunté si el Estado había planeado algo de minería de Bitcoin con sus recursos naturales. Sobre esto último, inicialmente dijo que no, pero luego rápidamente comenzó a describir la idea de usar volcanes para extraer Bitcoin con la energía geotérmica varada en El Salvador.

Al día siguiente, Bukele publicó un video tomado en un campo geotérmico, diciendo que el estado se estaba preparando para extraer Bitcoin usando 95 megavatios (MW) de energía 100% limpia. Más tarde publicó bocetos de una instalación futurista de minería de Bitcoin. Si su gobierno es capaz de establecer eficazmente estas operaciones, podría generar un flujo de ingresos ajenos al FMI y una forma de financiar el desarrollo que otros países de mercados emergentes podrían emular.

A pesar de su potencial para empoderar a las personas, mejorar las remesas y poner a El Salvador en el mapa, la Ley de Bitcoin es quizás la acción menos popular que Bukele ha tomado desde que asumió la presidencia. Según una encuesta reciente proporcionada por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, alrededor del 95% de los salvadoreños no cree que la adopción debería ser obligatoria, y una mayoría no cree que el Gobierno debería usar fondos públicos en bitcoin, y siete de cada 10 dicen que la ley debería ser revocada. La encuesta también reveló lo poco que saben los salvadoreños sobre Bitcoin: el 43% dijo que pensaba que era una moneda física y el 20% dijo que 1 BTC valía un dólar o menos.

Cuando asistí a una protesta contra la Ley de Bitcoin el 1 de septiembre en el centro de San Salvador, me enfrenté a esta falta de conocimiento de primera mano y también pude recordar el comportamiento autoritario de Bukele. Esa mañana, la policía arrestó a Mario Gómez, un informático que ha sido muy crítico con la Ley de Bitcoin en las redes sociales. Más tarde fue puesto en libertad, pero la acción fue un claro movimiento para intimidar.

En la protesta conocí al líder del sindicato salvadoreño de empleados judiciales. Ella me dijo que la gente tenía miedo de perder su libertad y que todavía está traumada por la dolarización. Dijo que muchas familias aún no pueden conectarse a Internet y que, a pesar del iPhone en el bolsillo de su camisa, incluso algunas personas en la capital tienen problemas para conectarse.

Afuera, en las áreas rurales, dijo, hay incluso menos conexión. La oposición sigue repitiendo este tema, aunque cabe mencionar que El Salvador en su conjunto tiene alrededor de un celular y medio por persona, que prácticamente todos en El Zonte tenían teléfono y que dos tercios del país usa redes sociales. Independientemente, dijo, “la Ley favorecerá al 1%”.

Los manifestantes afirmaron que estaban en contra de la Ley, no de la tecnología, y admitieron o revelaron a través de sus declaraciones que sabían muy poco sobre Bitcoin. Si uno no comprende el potencial de empoderamiento de Bitcoin, entonces, por supuesto, uno pensaría que los 200 millones de dolares gastados en el proyecto son una pérdida de dinero que debería destinarse de otra forma para ayudar a la gente.

Los reparos de los manifestantes sobre la falta de transparencia de Bukele y la falta de consulta con el pueblo en torno al lanzamiento de Bitcoin son legítimos e importantes. El hecho es que muy pocos salvadoreños habían oído hablar de Bitcoin hasta hace poco, y la mayoría no sabe nada al respecto. Entonces la gente tiene miedo y piensa que es una herramienta para lavar dinero.

“La Ley abre las puertas para que gente mala se beneficie,” me dijo el líder sindicalista.

Le pregunté si quería aprender más sobre Bitcoin.

“No me interesa,” dijo.

VIII. Ser tu propio banco

Enzo Rubio es un emprendedor salvadoreño, fundador de Point Break Café, donde trabaja Karla, y propietario de un local más grande en la cercana aldea de El Tunco. Me dijo que creció en San Salvador y se mudó a la zona de El Zonte en 2016, principalmente para surfear.

Rubio, amante de la zona, abrió su cafetería en El Tunco en 2017.

“Amo el café, y no había buen café por aquí,” dijo.

Dijo que salió bien, alimentándose de una nueva ola de turistas que venía a medida que la violencia comenzaba a disminuir. El Tunco es mucho más grande que El Zonte, con muchas más tiendas, restaurantes, hoteles y tráfico peatonal en general.

Uno de sus clientes más fieles era el dueño del Hotel Garten en El Zonte. En 2018, convenció a Rubio de establecer un segundo local allí, que finalmente abrió en noviembre de 2020 después de varios años de construcción.

Rubio notó de inmediato lo unida que estaba la comunidad en El Zonte. También sabía que algo pasaba ahí con Bitcoin.

“No sabía el qué,” me contó, “pero había oído el rumor.”

Uno de sus primeros clientes fue Burtey, el desarrollador de la popular Bitcoin Beach wallet, que estaba visitando El Zonte con su esposa e hijos. Entraron uno de los primeros días que el café estaba abierto y pidieron un par de capuchinos. Cuando llegó el momento de pagar, Burtey preguntó: “¿Aceptan bitcoins?”

Rubio dijo que no, pero que le gustaría.

“En menos de dos minutos, Nicolas me había preparado una wallet y me había pagado 8.50 dolares en BTC. Fue mi primera transacción ”, dijo Rubio. “Ahora vale alrededor de 25 dolares”.

La familia de Burtey ayudó a Rubio a colocar un cartel que indicaba que aceptaba bitcoins. De hecho en los primeros meses, dijo Rubio, representó entre el 10% y el 15% de sus ventas. Me dijo que era afortunado de que el negocio en ambas ubicaciones estuviera funcionando bien, por lo que no necesitó vender el bitcoin. Lo vio crecer en términos de dólares con el tiempo.

Tal vez, en un año distinto, el precio habría ido en otra dirección, y él hubiera entrado en pánico.

“Lugar correcto, momento indicado,” dijo Rubio.

A principios de 2021, Rubio había ahorrado más de 500 dolares en bitcoins, tanto de turistas como de lugareños que ganaban satoshis haciendo trabajo comunitario a través de Hope House.

Tenía algunas inquietudes iniciales sobre la liquidez, pero una vez que se dio cuenta de que Hope House cambiaría BTC por dólares en cualquier momento, dejó de preocuparse. El hecho de que fuera líquido marcó la diferencia, al igual que el Lightning Network. No es práctico esperar 10 o 20 minutos para que se liquide una transacción. Pero Lightning cambia las reglas del juego.

Rubio recordó cuando Mallers visitó.

“Un día mi amigo me llamó y estaba muy emocionado”, dijo. “¡Jack Mallers está aquí! Me dijo que fuera a buscar al tipo de la capucha “.

Mallers, dijo Rubio, venía al café tres o cuatro veces al día, pagando en bitcoins, y eso lo ayudó a él y a su personal a sentirse cómodos con los pedidos frecuentes. Fue un “buen ejercicio”, dijo Rubio. Cuando visité Point Break Café hace unas semanas, el proceso fue sencillo, como si Karla hubiera usado Bitcoin toda su vida.

Al principio, dijo Rubio, Karla necesitaba llamarlo cada vez que alguien quería pagar en bitcoin y él le enviaba un código QR. Pero ahora, con la cuenta de Strike en una tablet, las cosas son fáciles.

Rubio llama a la historia de Karla un “caso claro de inclusión financiera.”

Publiqué un video mío comprándole café a Karla usando Lightning en Twitter, y se volvió viral, atrayendo más de 650,000 visitas. Incluí las páginas de propinas de Strike y Bitcoin Beach de Karla, y la inundaron con propinas de todos los tamaños de docenas de países de todo el mundo.

“Fue increíble verlo”, dijo Rubio, diciéndome que en un momento las propinas llegaban en un flujo constante durante horas. “Cuando algo se vuelve viral, cuando ves a millones de personas viendo tu video de TikTok, es genial, pero esto fue mucho mejor, porque no eran likes, eran satoshis”.

“Ahora, como muchos otros por aquí, ella está creando una estrategia de ahorro”, dijo. “Igual que yo. He tenido varios otros negocios, pero nunca reservé dinero para emergencias. Bitcoin te da un mayor incentivo para ahorrar en lugar de gastar. Sabemos que la inflación del dólar es quizás del 3% al 4% anual oficialmente, pero aquí las cosas se vuelven más caras, incluso a la semana. Sé que cuanto más espere para gastar los BTC, mayor será mi poder adquisitivo “.

Toda la región realmente se está recuperando económicamente, dijo Rubio. El Tunco tiene tres veces más actividad que su ubicación en El Zonte, pero este último ahora hace el volumen que solía hacer el primero.

“Point Break Café ahora es el lugar donde ir”, me dijo Rubio. Contó que ha sido entrevistado por Bloomberg y The Wall Street Journal.

De hecho, visité El Zonte durante un periodo normalmente muerto en temporada baja, cuando la humedad y el calor alcanzan su punto máximo, y cuando llueve casi todos los días. Y sin embargo, incluso a mediados de semana, los hoteles estaban abarrotados. Había un zumbido de energía todas las noches.

Sin embargo, cuando le pregunté a Rubio sobre Bukele, su tono cambió. Rubio encuentra contradictorio que Bukele esté imponiendo Bitcoin a la población.

“Bitcoin es tan antigubernamental”, dijo. “Así que es sorprendente que cualquier gobierno quiera traer Bitcoin a la gente”.

A principios de este año, Rubio pensó que sería imposible una ley de curso legal. Había visto a Bukele tuitear sobre Bitcoin varias veces en 2017, así que sabía que lo tenía en mente durante mucho tiempo. Pero, ¿por qué el Gobierno le daría a la gente la capacidad de realizar transacciones fuera del sistema bancario?

“Hay tantas leyes ALD”, dijo. “Abrir la economía a Bitcoin es al revés”.

Dos meses antes de que se anunciara la Ley de Bitcoin, dijo Rubio, había rumores incluso de que el Gobierno volvería a cambiar el país a colones. Su madre le advirtió, diciéndole que deberían sacar su dinero de los bancos, preocupada por un recorte en caso de conversión de moneda.

La ley dejó atónito a Rubio.

“Hay una discusión sobre Bitcoin”, dijo Rubio, “y otra discusión sobre cómo el Gobierno está implementando su adopción”.

“Bitcoin se trata de desafiar al gobierno”, dijo. “Se trata de quitarle el poder al gobierno de manipular nuestra economía y nuestro dinero y ahorros, no de la intervención del gobierno”.

Llamó al acto de hacer obligatorio recibir bitcoins como “un gran error”.

También critica la wallet de Chivo, que dice que “ni siquiera es una wallet del Gobierno, es una empresa privada que se creó en solo unas pocas semanas y solo para este propósito”.

A Rubio le preocupa que sea un plan para gastar el dinero de los contribuyentes en desarrollar algo, pero donde la empresa privada se lleve los beneficios.

“No está regulada por ninguna institución pública,” dijo.

Rubio intenta hacer su parte para boicotear la wallet del Gobierno. Aún no la ha descargado y hace lo que puede para ayudar a las personas a usar otras wallets.

“La revolución se trata de ser tu propio banco”, dijo. “No puedes hacer eso si estás usando la wallet de Bukele”.

IX. Si no tienes las llaves, no es tu dinero

¿Fue bueno cuando el rey Juan firmó la Carta Magna? ¿Cuando el Partido Comunista Chino permitió la empresa privada? ¿Cuando la dictadura cubana introdujo el Internet?

En todos los casos, sí. Estos cambios políticos ayudaron a mejorar la vida de millones de personas. Pero los gobernantes autoritarios que hicieron estos cambios radicales no necesariamente merecen elogios. Si Bitcoin tiene éxito, seguirá cooptando a muchos líderes. Pero Bitcoin existe para separar el dinero del estado, e incluso mientras liberamos al primero, debemos ser cautelosos con el segundo.

Ahora, Bukele se está moviendo rápido. En lo que se tardó en redactar este artículo, en las últimas semanas, el tema de su candidatura para un nuevo mandato pasó de la especulación, a tal vez algo que haría el próximo año, a algo sobre lo que su nueva Corte Suprema dictó un fallo real, preparando el camino para su reelección. Parece ser consciente de las críticas internacionales, apenas ayer tuiteó “¿Y la dictadura?” a sus 2.9 millones de seguidores.

Sus partidarios, por supuesto, dicen que necesita más tiempo para limpiar la casa, acabar con la corrupción e implementar sus reformas. Pero cualquiera que haya estudiado el populismo y la dictadura sabrá que eso es lo que siempre dicen los caudillistas. Visité El Zonte con ciudadanos de países vecinos como Nicaragua y Venezuela. Habían visto esta película antes y estaban alarmados por las señales de peligro políticas que aparecían en El Salvador.

Una dictadura de Bukele no es inevitable, pero cada día parece más probable, a menos que el presidente cambie su comportamiento. Mientras tanto Bitcoin, la herramienta de protesta pacífica y empoderamiento, se ha asociado con Bukele y su régimen en la mente de muchas personas. Esa asociación será difícil, si no imposible, de deshacer en algunos casos.

¿Qué pueden hacer los activistas de los derechos humanos? Más allá de las tácticas tradicionales de apoyar a los medios independientes y mantener el foco en cómo se comporta el Gobierno, un esfuerzo digno sería alentar a los salvadoreños a usar wallets de Bitcoin sin custodia y evitar la wallet del Gobierno. Después de todo, los fondos en Chivo no son bitcoins reales, solo promesas de pago confiscables.

“Si no tienes las llaves, no es tu dinero” podría convertirse en un grito de guerra.

Si Bitcoin va a tener un impacto positivo a largo plazo en El Salvador, entonces la educación parece ser una de las cosas más importantes en las que enfocarse en este momento. Tal como dijeron Karla y Mama Rosa, la incorporación fue difícil al principio. La gente duda sobre Bitcoin y solo ve su valor más adelante, con el tiempo. Hoy en día, hay más de seis millones de salvadoreños con esta mentalidad escéptica, de los cuales prácticamente ninguno ha usado Bitcoin y no saben qué es.

La gente podría no beneficiarse de ésto sin un esfuerzo constante y localizado en difundir el conocimiento sobre cómo usar Bitcoin sin custodia externa, donde se pueda mantener a raya el poder del gobierno y proteger la libertad individual.

Lo que queda claro al visitar El Zonte y hablar con los líderes de la comunidad es que Bitcoin no es algo que se pueda rociar en una ciudad y hacer que cobre vida. Por sí solo, no es una herramienta suficiente para empoderar a una población.

Sí, es cierto que Bitcoin ayudó a un pequeño pueblo a cambiar el mundo. Pero sin Valenzuela, sin Martínez, sin Peterson, sin Mama Rosa y sin emprendedores dispuestos a correr riesgos como Rubio y Karla, no se hubiera producido ningún cambio.

Sería prudente recordar que una aldea inició el movimiento Bitcoin de El Salvador, no un caudillo.

Ésta es la traducción de una publicación invitada de Alex Gladstein en Bitcoin Magazine. Las opiniones expresadas son totalmente propias y no reflejan necesariamente las de BTC Inc, Bitcoin Magazine o La Nueva Moneda.

Traducido por Nicolás Gallardo Ortega y Berta Ortega Quirce

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