Nunca en toda la historia ha sido posible transferir valor entre personas distantes sin confiar en intermediarios como bancos o gobiernos. En 2008 Satoshi Nakamoto, cuya identidad es desconocida, publicó una solución de 9 páginas a un conocido y no resuelto problema de sistemas informáticos: el Problema del General Bizantino. La solución de Nakamoto y el sistema que construyó partiendo de la misma (Bitcoin), permitieron por primera vez transferir valor de forma rápida, a gran distancia y sin necesidad de confiar en un intermediario. Las ramificaciones de la creación de Bitcoin son tan profundas tanto para la economía como para la ingeniería informática que Nakamoto debería ser la primera persona en ganar un Nobel en economía y también un premio Turing.
Para un inversor, el hecho más sobresaliente en la invención de Bitcoin es la creación de un nuevo y escaso bien digital: los bitcoins. Los bitcoins son fichas digitales transferibles que se crean dentro de la red de Bitcoin a través de un proceso conocido como “minería”. La minería de Bitcoin es en cierta forma análoga a la del oro, excepto en que la producción sigue un calendario preestablecido. Por diseño, sólo podrán “extraerse” 21 millones de bitcoins, y de ellos ya han sido minados la mayor parte (aproximadamente 16,8 millones cuando escribo esto) Cada 4 años el número de bitcoins que producen los mineros se reduce a la mitad y para el año 2140 la producción de nuevos bitcoins se habrá detenido por completo.
Los bitcoins no están respaldados por ningún bien físico, ni garantizados por ningún gobierno o empresa, lo que provoca la pregunta obvia de cualquier nuevo inversor: ¿Cómo pueden siquiera valer algo? A diferencia de las acciones, bonos, bienes raíces o las materias primas como el petróleo o el trigo, los bitcoins no se pueden valorar usando análisis de flujos de caja ni por su demanda para la fabricación de otros productos. Los bitcoins son parte de una categoría completamente diferente de bienes, conocida como bienes monetarios, cuyo valor se establece mediante teoría de juegos: cada participante en el mercado lo valora estimando la valoración del resto de los participantes. Para comprender esta característica de los bienes monetarios debemos explorar el origen del dinero.